En los últimos años, hemos tenido que afrontar el reto de la transformación de las bibliotecas, en sus servicios, espacios, etc. ¿Cómo analizas el impacto en las bibliotecas?
Las bibliotecas son el reflejo de las sociedades de cada época y de cada lugar. Actualmente la sociedad en general está sufriendo cambios que afectan a la propia estructura y al comportamiento de la gente. Las bibliotecas están haciendo esfuerzos para acoger dichos cambios incorporando nuevas funcionalidades.
Por un lado, se han producido cambios en el hábito lector, en el acceso al conocimiento. Las estadísticas nos dicen que el número de préstamos y devoluciones de material físico está descendiendo mientras que los materiales virtuales circulan cada vez más. En consecuencia, se necesita menos espacio para almacenar libros, DVDs, y cualquier documento en soporte físico.
Por otro lado, se están desdibujado los límites que definían tradicionalmente quién podía participar en ciertas actividades como la política, la ciencia o la fabricación de prototipos. Se necesitan espacios donde la gente pueda reunirse a compartir conocimientos, a proyectar nuevas ideas, a fabricar cosas…
La biblioteca puede cubrir esta necesidad, es más, creo que es el espacio idóneo para acoger estas actividades colaborativas por su experiencia y por su propia misión de promoción del pensamiento, la cultura, la investigación y la creación de conocimiento.
¿Qué te motivó a llevar a cabo una reorganización de la biblioteca y a realizar nuevas actividades novedosas?, ¿Qué impacto tuvo entre los usuarios esas nuevas prácticas?
La dirección de la Biblioteca de la UGR fue consciente de que los cambios que se están produciendo en la sociedad habían de ser incorporados en las instituciones; no podemos vivir aisladas si queremos ser relevantes en nuestras sociedades. En el caso de las bibliotecas universitarias se deben proporcionar, no sólo espacios de trabajo colaborativo y experimental donde desarrollar conocimiento tecnológico y digital, sino también la posibilidad de desarrollar habilidades que el mercado de trabajo está demandando, por ejemplo, toma de iniciativa, resolución de problemas, trabajo en equipo…
Bibliomaker es un servicio que lleva cuatro años funcionando y que tuvo una acogida excelente desde el minuto uno. De repente la comunidad universitaria se encontró con nuevos recursos disponibles para el préstamo y con la posibilidad de recibir formación práctica que les permite acceder a herramientas (como impresoras 3D, cortadora láser, realidad virtual, componentes para el prototipado electrónico…) y usarlas de manera autónoma.
Llevamos tres años pasando periódicamente unas encuestas para evaluar la satisfacción de las personas usuarias con el servicio y los resultados son excelentes: el 86% nos da una puntuación de 5 sobre 5.
Hay tanto interés en las nuevas tecnologías y sus aplicaciones en distintas áreas que hemos desarrollado otros proyectos paralelos, como la visita de institutos o la participación en la Semana de la Ciencia con nuestro Taller de Iniciación a la Impresión 3D.
¿Cómo ves las nuevas generaciones de bibliotecas y bibliotecarios?
Las nuevas bibliotecas contemplan nuevos usos, además del préstamo y devolución de material bibliográfico y los puestos de lectura y consulta. Poco a poco se van incorporando espacios para que la gente pueda reunirse y trabajar de manera colaborativa o individual a desarrollar proyectos, a aprender de manera relajada, sin la presión de las evaluaciones. Pasamos de un concepto de biblioteca donde impera el silencio y el individualismo a otra en la que conviven estos espacios necesarios con otros de trabajo colaborativo donde se habla, se debate, hay máquinas que hacen ruido…
Asimismo, el rol de quienes trabajamos en las bibliotecas tiene que actualizarse: es preciso que cambien los planes de estudio de las facultades relacionadas para adaptar la formación académica a la realidad profesional y, de esta forma, no generar expectativas poco realistas. En cuanto a las nuevas habilidades que creo necesarias para las nuevas generaciones, además de las tradicionales, sería genial tener conocimientos tecnológicos y digitales para asesorar a quienes lo soliciten, incluso ser capaces de impartir formación en la medida de nuestras posibilidades.
Algo muy importante es la capacidad de adaptación porque el mundo cambia a velocidad de vértigo, vamos a tener que empezar de nuevo muchas veces. De hecho, hay temas como las nuevas tendencias en bibliotecas o los nuevos roles para personal de bibliotecas que llevan muchos años generando debate porque nunca dejan de cambiar.
¿Qué esperas de las XXI Jornadas Bibliotecarias de Andalucía?
Me hace mucha ilusión coincidir con gente del mundo de las bibliotecas, especialmente con aquella a la que admiro profesionalmente, de la que leo y sigo sus publicaciones.
Espero aprender mucho compartiendo experiencias y puntos de vista de profesionales con distinta trayectoria y experiencia.
Me parece un encuentro estupendo para debatir sobre estas cuestiones comunes a todas las bibliotecas: necesidades y profesionales de las bibliotecas ante los retos que nos impone la sociedad de hoy.
¿Qué opinión te merece el trabajo de la AAB en favor de la profesión?
Creo que la Asociación Andaluza de Bibliotecarios es un referente para las bibliotecas, una asociación con larga trayectoria y mucho trabajo a sus espaldas. Para el colectivo que trabajamos en bibliotecas es un lujo contar con una asociación que nos da la oportunidad de permanecer actualizados a través de la formación que se imparte periódicamente, de los boletines y de jornadas como esta.