¿Crees que la digitalización será parte fundamental de las bibliotecas?
La digitalización ha sido siempre un elemento nuclear de las bibliotecas y del día a día de la profesión. La tecnología es fundamental porque proporciona herramientas al servicio de la búsqueda de recursos de información (desde los OPACs hasta los actuales sistemas de discovery), recursos de información de calidad (las colecciones digitales están cada vez más presentes, incluidos los libros electrónicos) y plataformas para la difusión y la comunicación con nuestros usuarios (desde el correo electrónico hasta las redes sociales). La tecnología funciona como una matriz que permite conectar a los usuarios con los servicios y las colecciones, físicas o digitales, y con los bibliotecarios; desde el punto de vista técnico, a los bibliotecarios nos ofrece medios para adquirir y gestionar recursos, para diseñar servicios y para establecer formas de interacción con los usuarios que aseguren el mejor uso de las bibliotecas. Por eso, me atrevería a decir que las bibliotecas hemos sido servicios públicos pioneros en la transformación digital antes de que este concepto existiera.
En los últimos años, hemos tenido que afrontar el reto de la transformación de las bibliotecas, en sus servicios, espacios, etc. ¿Cómo analizas el impacto en las bibliotecas?
En las bibliotecas universitarias, en particular, los últimos 15 años han supuesto una revolución. Una fotografía del presente de cualquier biblioteca nos presenta a una organización versátil y polivalente, con la tecnología en el centro de su funcionamiento. Ofrecemos ya más recursos de información digitales que físicos. Preservamos la producción científica y educativa de los investigadores en repositorios de publicaciones, datos, recursos educativos… y además lo hacemos potenciando su acceso abierto. Colaboramos con otros servicios universitarios en procesos como los destinados a la monitorización de la investigación y su impacto, incluido el apoyo a la evaluación o también a la información que se suministra a los rankings. Contribuimos a gestionar y producir la educación digital, restringida a uso local (por ejemplo, con los Small Private Online Courses) o de alcance masivo (por ejemplo, con los cursos OpenCourseWare o los Massive Open Online Courses). Nos introducimos en grupos de investigación para colaborar en proyectos de digital scholarship (o, como se dice de forma más habitual, humanidades digitales); que asesora y forma a sus usuarios en los retos que el mundo digital plantea a la propiedad intelectual…
Los escenarios son interminables, y siguen creciendo. La demanda de servicios por parte de las universidades y su comunidad, desde los investigadores hasta los estudiantes, pasando por los servicios administrativos, nos plantean enormes retos, muchos de ellos, incluso, en el ámbito internacional en distintos entornos estratégicos (como las alianzas de universidades europeas) o de cooperación (como LIBER).
¿Cómo ves las nuevas generaciones de bibliotecas y bibliotecarios?
En la era de la transformación digital, todas las profesiones tienen un elemento en común: la imperiosa obligación del aprendizaje permanente. Es necesario actualizar lo antes posible, por un lado, los planes formativos de las titulaciones de grado o postgrado que orbitan en torno al mundo de la biblioteconomía y la documentación. Por otro, en las oposiciones los temarios deben estar al día de todos los avances que se producen en nuestro sector, pues las tendencias más novedosas no pueden quedar al margen de las pruebas selectivas; el diseño de los ejercicios, además, debe ser acorde con las competencias que necesitamos adquirir y desarrollar.
A este respecto, considero indispensable el fortalecimiento de su aprendizaje, no solo de las competencias tecnológicas, sino también de las de gestión, las interpersonales y de comunicación… De lo contrario, correremos el riesgo de que las bibliotecas nos quedemos atrás y no seamos capaces de afrontar los desafíos que se avecinan.
Hay diversas experiencias de definición de perfiles y competencias en información y documentación. Cabe destacar, entre ellas, el Eurorreferencial, de 2004; los perfiles profesionales de la Red de Bibliotecas Universitarias Españolas (REBIUN) de 2016 y los más generales del Consejo de Coordinación Bibliotecaria, de 2019; y las recomendaciones de REBIUN para las pruebas selectivas publicadas en 2019. Todos estos modelos inciden en el carácter creciente de la transversalidad de los bibliotecarios.
Los jóvenes tienen un entusiasmo y una ilusión que no debemos decepcionar, así como una mentalidad innovadora que es preciso nutrir y escuchar. A aquellos que desean trabajar con nosotros, y que poco a poco irán relevando a las generaciones más veteranas, tenemos que ofrecerles bibliotecas vivas, inquietas, flexibles y versátiles.
¿Qué esperas de las XXI Jornadas Bibliotecarias de Andalucía?
Es la primera vez que participo en ellas y estoy deseando hacerlo. El programa me parece muy ambicioso, pues intenta ofrecer perspectivas para valorar el presente y mirar hacia el futuro de las bibliotecas. Será un encuentro entre profesionales que trabajan en centros muy distintos, con comunidades de usuarios diversas, con dificultades y expectativas heterogéneos, que sin duda alimentarán discusiones de gran interés. No solo desde las ponencias y las preguntas de los asistentes, sino también en los cafés, comidas y pasillos. A veces, es en esos ámbitos informales donde realmente nos conocemos y conseguimos conectar mejor.
¿Qué opinión te merece el trabajo de la AAB en favor de la profesión?
La AAB cumplió cuarenta años en 2021 y es una de las grandes referencias del asociacionismo en nuestra profesión. Como mi labor se desarrolla en Madrid, en realidad mi percepción es desde los kilómetros de distancia, porque, por otro lado, no puedo sino sentir cercanía. El Boletín, la actividad de los grupos de trabajo, las publicaciones… dan muestra de la vitalidad de la AAB. ¡Mi más sincera enhorabuena por vuestra labor!
