
¿Cómo entiende usted el papel actual de los servicios bibliotecarios en la construcción de comunidad y ciudadanía activa?
Los servicios tradicionalmente admitidos como propios de las bibliotecas públicas, tales como la información, la formación a lo largo de la vida, el entretenimiento y también la alfabetización digital, son básicos para conseguir una ciudadanía madura, dueña de sus decisiones y comprometida con su comunidad, a partir de un conocimiento de calidad, de una información veraz, contrastada y desinteresada, y una concienciación sobre lo público y el bien común, que hoy por hoy sólo la biblioteca pública lo lleva en su naturaleza y en su propia definición.
El servicio más básico de una biblioteca pública es el de ofrecer espacio público de calidad, donde las personas puedan realizarse encontrando los recursos que les hagan crecer, al tiempo que dote a la comunidad de medios y espacios para ejercitar la vida social, las relaciones interpersonales, las tareas de grupo en una institución que es la casa de todos, sin distinción ni diferencias, en la que todo el mundo es bienvenido en igualdad.
Por todo ello, el papel actual de los servicios bibliotecarios en la construcción de comunidad es fundamental, más en un momento de manipulación mediática, de virtualidad abusiva, de espacios públicos de pago, de aislamiento intergeneracional, de falta de reflexión. La biblioteca es el espacio común, libre y gratuito, que despierta y refuerza las relaciones interpersonales tanto en lo físico como en lo mental.
En su opinión, ¿qué retos sociales y culturales son más urgentes de abordar desde las bibliotecas y servicios públicos de lectura?
La educación es la base de la convivencia social, puesto que marca los valores y los patrones de conducta del grupo. Los servicios bibliotecarios tienen una implicación muy acusada con la educación, especialmente la no reglada, destinada a cuantas personas están ya fuera de los sistemas oficiales de formación e instrucción. La inversión educativa es demasiado grande para que, una vez terminados los estudios oficiales, se abandone a su suerte a los que dejaron de ser estudiantes. La biblioteca pública debe hacerse cargo de ellos, no tanto para instruirlos como para consolidar lo adquirido, en unos casos, y abrir nuevos caminos en otros. Trabajar la comprensión de los mensajes, promover la reflexión sobre el bombardeo de información, propiciar el pensamiento autónomo, son tareas más que urgentes de la biblioteca, pero también fomentar la inclusión, el contacto entre grupos dispares, resumiendo, trabajar para la concordia colectiva es ahora mismo muy necesario. ¿Quién mejor que la biblioteca como institución de libertad, inclusión y democracia?
Además de llevar libros, ¿qué otros servicios y experiencias ciudadanas ofrecen hoy en día los bibliobuses?
Qué duda cabe que la colección es la espina dorsal de cualquier biblioteca, y el personal su corazón, sin embargo la combinación de ambos, también en los bibliobuses, constituye la base para el despliegue de muchos otros servicios que han de cubrir las necesidades de cada comunidad, como son las programaciones de animación a la lectura, el apoyo activo a los centros escolares rurales para los que en muchos casos es su propia biblioteca escolar, el respaldo y fomento de clubes de lectura que tanto cohesionan y refuerzan los lazos comunitarios, el mantenimiento de pequeños puntos de lectura estables sin bibliotecario, la atención en tragedias humanitarias, el entretenimiento de calidad (cine, música, teatro, poesía…), la retención del talento local con talleres de nuevas tecnologías, la defensa, conservación y divulgación del patrimonio rural… En todo lo que la imaginación da de sí el bibliobús está preparado para materializarlo en beneficio de las comunidades que atiende.
¿Qué papel juega la cercanía personal con los usuarios en la eficacia del bibliobús frente a otras fórmulas de servicio bibliotecario?
Se trata de una de las mayores ventajas del bibliobús con relación a otros servicios bibliotecarios. El hecho de que el bibliobús se persone en la localidad de sus usuarios, lugares generalmente privados de muchos otros servicios y tradicionalmente relegados por las administraciones, produce una empatía en las personas que lo reciben cuyo primer resultado es una extraordinaria confianza con el personal bibliotecario, llegando en muchos casos a la complicidad, plasmada en la defensa a ultranza del servicio bibliotecario que están recibiendo. Asimismo, esta confianza extrema posibilita una relación con los usuarios de estrecha cercanía, que en muchos casos convierte al personal bibliotecario en el destinatario de confidencias personales y familiares, de tal forma que una de nuestras cualidades ha de ser el don de la escucha. En el mismo sentido, la apertura incondicional a solicitar y recibir prescripciones lectoras del personal bibliotecario es otra dimensión de esta cercanía personal, cuyo resultado suele ser un alto índice de pertinencia en los préstamos y, por ende, de satisfacción por parte de nuestros usuarios.
Desde la experiencia de ACLEBIM, ¿cómo se defiende y visibiliza la importancia de estos servicios en la agenda pública y cultural?
ACLEBIM es una asociación pequeña e independiente. La primera cualidad limita grandemente nuestras posibilidades de actuación, mientras que la segunda derriba cualquier membresía o ligazón que pudiera obstaculizar la defensa de los servicios móviles. Con este contexto presente, nuestra acción se circunscribe fundamentalmente a la defensa de la relevancia de estos servicios mediante campañas como la celebración del Día del Bibliobús cada 28 de enero, la organización bienal del Congreso Nacional de Bibliotecas Móviles, los Premios ACLEBIM de Bibliotecas Móviles, la participación en los distintos foros donde se nos invita, la elaboración de estudios sobre el gremio, el trabajo en redes sociales, y también con el penoso deber de denunciar los casos donde la gestión de servicios móviles los hace peligrar. Asimismo, esta vez con carácter más interno, hacemos bastante labor de consultoría para servicios emergentes, y para estudiantes e investigadores que trabajan estos temas.
¿En qué medida los bibliobuses contribuyen a la cohesión territorial y a la equidad en el acceso a la cultura y al conocimiento?
Los bibliobuses en estos campos son fundamentales. Conseguir llegar donde nadie llega, con servicios de calidad y absolutamente sostenibles, confiere a los bibliobuses un carácter de justicia social innegable, que tanto puede ayudar a un club de lectura, a una residencia de ancianos, a una asociación, o a un colegio, como puede servir para mitigar la soledad no deseada, o incluso infundir consuelo a falta de nadie más.
La presencia del bibliobús aporta por ejemplo espacio público de calidad para la reunión de los vecinos, recursos para sus actividades cotidianas, posibilidades para un futuro mejor, pero también la sensación individual y colectiva en la gente de contar para el sistema, de sentirse pensados, tenidos en cuenta, de no estar tan solos y abandonados como su realidad les recuerda machaconamente cada día.
Por otro lado, aparte de la facultad del bibliobús como nexo de unión entre los distintos territorios que visita, supone asimismo una pieza decisiva en el frágil equilibrio que conlleva la difícil dotación de servicios a las zonas más desfavorecidas.
¿Hacia dónde debería evolucionar el modelo bibliobús en los próximos años para seguir siendo relevante?
Como en cualquier servicio público, el fundamento del bibliobús es estar siempre al lado de la población a la que sirve, acompañándola muy de cerca, continuamente pendiente de sus necesidades. En España la mayor parte de los bibliobuses son rurales, y la ruralidad lleva en crisis desde la década de 1960, pero el bibliobús nunca la ha abandonado. Mientras haya una persona necesitada de nuestros servicios hemos de estar ahí, somos personas trabajando para personas.
Estamos convencidos de que el bibliobús (y la biblioteca en general) somos una parte de la solución al reto demográfico. En este sentido, para que ello sea realmente posible no sólo hemos de entrar en los planes y programas para la reactivación del medio rural, sino que debemos ir de la mano del resto de agentes sociales y económicos, demostrándoles lo que somos capaces de hacer en solitario y cómo esos logros crecerían trabajando con ellos. La cultura no es un adorno es una necesidad, también el bibliobús.
En este sentido, se precisa la evolución de los bibliobuses a la par que la de las sociedades a las que atiende, así es recomendable su fortalecimiento en la provisión y colaboración con los programas curriculares de las escuelas rurales allí donde sigan existiendo, también es deseable la atención de residencias de mayores y centros de día, dado el envejecimiento de nuestra población, trabajar en hospitales sin biblioteca de pacientes, acudir a las prisiones con bibliotecas desactualizadas o sin personal bibliotecario, regular programas de actuación según los grupos de edad, fomentar y mantener el asociacionismo rural, impulsar y sostener clubes de lectura, dinamizar la vida de las pequeñas comunidades con programaciones culturales pertinentes, atractivas y continuadas, crear conocimiento y fomentar las habilidades de los usuarios, o profundizar en la recogida, conservación y difusión del patrimonio inmaterial de sus territorios, entre otros ejemplos.
¿Qué retos afrontan hoy los bibliobuses para mantenerse vigentes en la agenda cultural y bibliotecaria?
Mientras no se invente algo mejor, los bibliobuses serán necesarios en aquellas zonas donde no sea sostenible el establecimiento de bibliotecas estables, lo que no quiere decir que no precisen una evolución en función de las necesidades sociales y de las potencialidades de la oferta cultural y bibliotecaria.
La flexibilidad y la presencialidad son dos valores fundamentales en el funcionamiento óptimo de los bibliobuses, lo que no ha de incidir negativamente en su aparición en los medios digitales, pero siempre como un complemento, en contra de las visiones simplistas que defienden la sustitución de los servicios móviles por los digitales, cuando ya tenemos demasiados ejemplos del extravío generalizado que la sociedad sufre con el exceso de horas en Internet, especialmente en redes sociales, y sobre todo cuando hablamos de su aplicación en los sectores de población más envejecidos, con menor instrucción digital y de interpretación de noticias, con peores condiciones económicas para asumir una conexión y con mayores zonas de baja cobertura.
Inevitablemente también hay que hablar de inteligencia artificial, un fenómeno que hemos de ir estudiando, especialmente como un instrumento para mejorar el diseño de procesos tales como la comunicación, el trazado de las rutas o la imagen de los servicios.
Para acabar, ¿Qué te parece la labor desarrollada por la AAB?
La Asociación Andaluza de Bibliotecarios es un referente en nuestro país, especialmente en lo concerniente a la gestión interna y en lo relativo a la defensa de la profesión. Creo que en la AAB viene dando sus frutos, desde hace años, el haber tenido unos equipos humanos capaces, comprometidos y dinámicos, que han conseguido que sus Jornadas o su Boletín sean fuentes imprescindibles para la profesión bibliotecaria de los que todos nos beneficiamos. Por propia experiencia sé muy bien lo difícil que es la gestión de una asociación profesional, y conseguir la continuidad de sus actuaciones, por eso lo valoro doblemente en el caso de la AAB, y por lo cual felicito a todos sus miembros.